Las paredes de adobe del Molino, guardan las costumbres de la tradicional hacienda “La Compañía”, que fue uno de los grandes complejos agrícolas de la congregación religiosa católica «Compañía de Jesús» (Jesuitas) en el Ecuador; de allí su nombre.
La historia de la hacienda se remonta a los primeros tiempos de la colonia (1584) donde existen las primeras asignaciones de tierras ubicadas en la región de Cayambe, las cuales después formaron parte de la hacienda.
La propiedad paso a manos de los sacerdotes jesuitas en 1605, y existe evidencia que algunos jesuitas, que colaboraron en la construcción de la Iglesia la Compañía de Jesús en el Centro de Quito, participaron en la edificación de la pequeña Capilla de la hacienda, conservada hasta el día de hoy.
Con la expulsión de los jesuitas, ordenada por el rey Carlos III en 1767, la hacienda pasó a manos de la Junta de Temporalidades que inició desde 1780 el remate de las haciendas expropiadas. De sus posteriores dueños solamente se conoce que el Sr. Mariano Gangotena fue su propietario hasta 1812, y que en ese año la vendió al Sr. Ramón Paz y Miño.
La hacienda, y su patrimonio histórico, desde el año de 1864 es de propiedad de la familia Jarrín y sus descendientes (actualmente en la sexta generación); quienes a lo largo de los años han diversificado las actividades productivas de la hacienda en: ganadería lechera, plantación de rosas para exportación y turismo cultural sostenible.
La hacienda paso a manos de los sacerdotes jesuitas en el año de 1605. Existe evidencia que algunos jesuitas, que colaboraron en la construcción de la Iglesia la Compañía de Jesús en el centro histórico de Quito, participaron en la edificación de la Capilla ubicada en la propiedad y conservada hasta el día de hoy. La Capilla Jesuita fue construida a finales de 1605 y junto a esta se encuentra el "Claustro de la Compañía", lugar donde los sacerdotes Jesuitas vivieron. La reconocida revista internacional Condé Nast Traveler, fundada en el año de 1907,realizo una nota sobre esta parte de la hacienda.
A finales del siglo XIX el Señor Aquiles Jarrín (conocido como «El Gran Caballero del Norte»), hombre visionario y emprendedor, inicia el proyecto de importar e instalar el más grande molino hidráulico del norte del país.
Luego de un análisis exhaustivo entre empresas oferentes el diseño escogido fue el de la empresa Cusson de Francia.
Lo anecdótico del negocio es que fue cerrado mediante el singular trueque de un anillo de brillantes por las partes y piezas de la turbina del molino, que llegaron al puerto de Guayaquil por vía marítima y fueron trasladadas a Cayambe a lomo de mula, como antiguamente se estilaba.
Hasta mediados del año 1950, el molino hidraúlico, fue utilizado para procesar harina a partir del grano de trigo.
Gran parte de su producción abastecía el norte del país y el resto se exportaba a Colombia.
El molino cerró sus puertas debido al avance tecnológico que hizo obsoleto el diseño. Lo relevante fue que Magdalena Jarrin G., tuvo la visión de futuro y el carácter para conservar y mantener el histórico artefacto.
Molino “San Juan» o molino de “La Compañía», como se le conocía ya que era parte de la hacienda del mismo nombre, pertenece a algunos descendientes de la familia Jarrin, (V generación), quienes lo han convertido en un ícono de atracción cultural en el Ecuador.
Turbinas, cedazos, zarandas, piedras de moler, recibidores de harina, en fin, son piezas que han sido empleadas como elementos decorativos y forman parte del original producto turístico, que le invita ahora a descubrir el ambiente encantador y romántico, pleno de aromas y sabores de un viejo molino evocador de anécdotas y recuerdos……
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